Luis: (0h 32m 8s):
Bueno, la pregunta tiene tres partes que son súper interesantes. La primera pregunta, la primera parte es la palabra soberanía. Qué curiosa palabra, ¿no? Porque quizás yo, que me voy haciendo un señor de derechas, puedo hacerme monarquía y decir, bueno, yo defiendo al soberano. Eso puede quedar, pero claro, que veas a todos los republicanos de América Latina diciendo, no, defendemos la soberanía. Bueno, soberanía viene de soberano y estamos Claro, yo defiendo la soberanía individual, porque cuando están defendiendo la soberanía monetaria lo que están diciendo es que todos los súbditos del Estado tenemos que tener la moneda que nos mande el Estado y tenemos que cumplir con los que nos manda el Estado y tenemos que obedecer monetariamente a lo que nos diga el Estado. ¿Por qué? Porque se parte de la presunción de que el gobierno que maneja el Estado es sabio y es bueno, es sabio y quiere hacerlo. Claro, cualquiera que haya conocido un solo gobernante o un solo gobierno de los últimos 100 años en casi cualquier país del mundo sabrá que la presunción de que los gobernantes son sabios y buenos es evidentemente una falacia, es evidentemente una estupidez. Probablemente sean lo contrario de sabios y lo contrario de buenos. Estamos mucho más cerca de la verdad por ese camino. Entonces, la palabra soberanía es muy llamativo porque, además, ya no hace falta decir que somos anarquistas o demás, pero sí que se presenta a los niños en el colegio, se les presenta la idea del mápita del mundo con fronteras perfectamente delimitadas, un color para cada país, como si además en cuanto pasas la frontera cambia de color, una capital por país, un gobierno por país y una moneda por país, una bandera por país, un himno por país y una moneda por país. Esos son tradicionalmente los símbolos de la soberanía. Algo que es completamente decimonónico y que además en el siglo XXI está en cuestionamiento. Está en cuestionamiento todo esto. Ya vivimos en economías globalizadas, vivimos en ciudadanía más complicada, surge el resurgimiento de los nacionalismos, es decir, todo está entremezclado ahí. Y en este caso, la idea de que la moneda es parte de la soberanía de la nación, que en el fondo solo es del poder del Estado, es una representación del poder del Estado, por eso acuñaban el escudo en el billete o acuñaban el escudo en la moneda, es algo completamente obsoleto. Obsoleto teóricamente, porque no corresponde a la concepción de persona o de ciudadano que tiene la inmensa mayor parte de los ciudadanos. obsoleto en la práctica, porque la realidad es que la inmensa mayor parte utilizamos conceptos mucho más fluidos y mucho más complicados que eso. Y además obsoleto porque hay gran parte de países del mundo que ya no tienen la moneda nacional como símbolo de moneda nacional. Para empezar, todos los países que utilizan el euro, todos los países de otras uniones monetarias, todos los países que están dolarizados y todos los países que están semidolarizados. Y cuando uno investiga estos temas, parece que hablar de dolarización es algo exótico. A mí me llama mucho la atención porque están los argentinos ahora discutiendo el tema y es como, oh, qué idea más original se le ha ocurrido a Ocetal Milei, vamos a dolarizar, oh. Bueno, chico, perdona, pero en Ecuador, en El Salvador, llevamos más de 20 años donalizados, semidonalizados Guatemala y Perú, es decir, toda Europa ya utiliza el euro desde hace décadas. Esto es algo que no es de ninguna originalidad, lo siento mucho por los argentinos y suego, no es la primera vez en la historia que se va a donalizar, ya se ha hecho muchas veces y es algo que es extraño que se entienda poco. ¿Por qué creo que se entiende poco? Quizás ahí podemos hablar de otro tema que es el tema de los expertos, pero de los expertos voy a hablar después de hablar de política monetaria. ¿Qué es la política monetaria? La política monetaria es la idea de que puesto que la moneda del país pertenece al país, lo maneja el gobierno del país. Es curioso porque digo lo maneja el gobierno y luego vamos a hablar del banco central. ahora podemos hablar de eso, lo maneja el país, vamos a hablar si es el gobierno o el banco central, el estado del país, el estado que tiene esa soberanía y tiene la política monetaria. ¿Y qué se supone que es la política monetaria? La política monetaria se supone que es que hay una serie de personas dentro del banco central que son increíblemente sabias, que son increíblemente buenas, que no tienen ningún interés y que quieren lo mejor y que están buscando cuál es la cantidad óptima de moneda que tiene que haber en el país para alcanzar el precio óptimo de la moneda. Esto es el precio de la moneda internacional, que es el tipo de cambio o el precio de la moneda nacional, que es inflación o tipo de interés. Al final termina siendo tres precios pero que al final en el largo plazo terminan convergiendo. Es decir, estamos haciendo que el Estado va a asumir cuál es la cantidad óptima de dinero. Y aquí tenemos varios problemas. Primer problema, la idea de que existe el precio óptimo. Y la idea de que existe el precio óptimo es una idea que se corresponde con la manera que tenemos de enseñar en las universidades y es plantear el mundo como un problema a resolver y no una maravilla a admirar. no el mundo como algo o qué sorprendente el mundo no el mundo es un problema a resolver siempre se dice a los alumnos no el mundo está mal y nosotros estamos aquí para mejorarlo el mundo está mal porque de hecho se les dice literalmente hay que salvar el planeta Tú vas a salvar el planeta. Yo les digo, el planeta tiene cuatro mil quinientos cincuenta y tres miles de millones de años y qué puñetera casualidad que hasta el día que tú naciste hace 20 años necesitaba que nacieses tú para salvarlo. Pero claro, se les mete en la cabeza que el mundo está mal y la torre de marfil de la universidad, de los expertos, de lo que voy a hablar ahora, está bien. Y entonces hay que calcular el precio óptimo. Y se ponen ejercicios de clase D considerando o suponiendo no sé qué, no sé qué, no sé qué, no sé qué, calculo usted. Usted con sus fórmulas matemáticas calcula el precio óptimo. La verdad es que no hay precio óptimo de nada. Lo único que hay es precio de mercado, que es el precio que las fuerzas de oferta y demanda en este momento determina. El precio de mercado de hoy, que no es el de ayer ni el de mañana, que es el de hoy. Y el precio de mercado que no lo ha calculado nadie. No lo ha calculado nadie. Simplemente se ha estimado o ha surgido, diríamos jayequianamente, por orden espontáneo, entre lo que hemos decidido las distintas personas. Pero claro, Se les pone a los alumnos la idea de que se puede calcular la cantidad óptima de dinero. Y es sorprendente ver toda la complejidad de la historia monetaria y de los ejercicios de teoría monetaria que se hacen en la mayor parte de universidades del mundo a día de hoy. intentando un absurdo como intentar calcular cuál es el nivel óptimo de precios, cuál es el nivel óptimo de inflación, cuál es el nivel óptimo de tipo de cambio. Eso es algo que si preguntásemos a una persona común y comiente es ¿cuál es el precio óptimo del arroz? Claro, a nadie se le ocurriría que hay precio óptimo del arroz. El comprador diría, el precio óptimo del arroz es cero, que me lo regalen, me gustaría mucho. El vendedor diría, el precio óptimo del arroz es infinito, que me paguen muchísimo por él y ya está. Evidentemente no hay manera matemática, científica, experta, de calcular el precio óptimo del arroz. Y entonces, ¿qué tenemos? Fuerzas de mercado, que determina el precio del arroz, que ninguno está completamente contento, el comprador que quisiera comprarlo más barato, el vendedor venderlo más caro, pero los dos están razonablemente contentos como para acceder a esa transacción. Sin embargo, y esto es Hayek, creo que el primero que lo dice claramente, la desmaximalización del dinero, es decir, oiga, ¿Por qué no empezamos a pensar en el dinero como un bien o servicio? Ya veremos lo que es. Para intentar entender que también como bien o servicio la cantidad no va a ser óptima, va a ser la cantidad que determine el mercado y el tipo de cambio será el que determine el mercado. Pero en lugar de eso tenemos a los expertos del Banco Central intentando determinar el tipo de interés. ¿Y eso qué genera? Primero genera un montón de conversaciones absurdas cada vez que sale el presidente o la presidenta de la Reserva Federal diciendo esta semana hemos decidido que vamos a bajar los tipos de interés un 0,25% a subirlo un 0,25% y salen miles de comentaristas diciendo oh qué sabios que son porque es justo lo que había que hacer o diciendo oh qué tontos que son porque yo que soy más listo que ellos y tengo un modelo mejor que el de ellos te digo que debería ser distinto Toda esa conversación es vana, toda esa conversación es estúpida, porque a nadie se le ocurriría mantener una conversación permanente sobre cuál es el precio del arroz que debe determinar el estado, o el precio de los coches, o el precio de las camisas. porque sabemos que entraríamos en una discusión eterna, absurda, que solo serían distintas opiniones. Ojo, la importancia de la palabra opinión, porque lo que estamos haciendo cuando decimos que esto se lo damos a los expertos, estamos eliminando la opinión. Ya no hay distintas consideraciones. Aquí lo que hay son expertos que saben y ciudadanos que están al ciguana y acatan lo que digan los expertos. Pero en realidad, casi todo en economía son opiniones. ¿Cuál es el nivel óptimo de impuestos? ¿Cuál es el nivel exacto que deberíamos tener de impuestos? Pues algunos dirán, los anarquistas diríamos 0%, no debe haber impuestos, los mirarquistas dirían 15%, los comunistas dirían 100%, todo debe ser manejado por el Estado. ¿Cuál es el nivel óptimo o exacto? No hay fórmula matemática que te resuelva esto. Es un debate de opiniones, es un debate de concepciones, de filosofías, de epistemologías, de metodologías, de lo que nos parece que eso debe ser el mundo. Y no puedes decir que hay un nivel óptimo de impuestos, tampoco puedes decir que hay un precio óptimo de nada. Sin embargo, en la enseñanza de economía en los últimos 20, 30, 40, 50 años hemos abandonado la filosofía humanista, la filosofía, el humanismo, la opinión, y hemos intentado sustituir las concepciones económicas por formulaciones matemáticas, por modelos, por complejidad matematizada, que en el fondo nos intenta dar una falsa pretensión de exactitud sobre algo que es opinión. Tú estás disfrazando tu opinión de que debería haber más impuestos o menos impuestos o tu opinión de que debería subir el tipo de interés o bajar el tipo de interés en una formulación matemática que en el fondo es tu opinión legítima, que en el mercado no importaría nada porque tú en el mercado si tienes una opinión vas, le juegas tu dinero. Y ya veremos lo que sale. Pero como no hay mercado, solo hay imposición estatal, entonces la opinión cobra más importancia porque quien consiga aglutinar mayor fuerza de opinión, conseguirá tirar de la cuerda hacia su sentido, hacia que los tipos de interés o qué tipo de cambio vaya más cerca de lo que estas personas quieren.